La Normandina, un verdadero ícono marplatense

A fines de los años treinta, el glamour inundaba el edificio donde se congregaba lo más granado de la sociedad argentina para celebrar sus cenas y elegantes reuniones de baile.

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El edificio original de La Normandina, construido en 1938, se inspiró en el trasatlántico francés Normandie del que tomó su nombre. El barco que hacía el recorrido Le Havre-Nueva York, tenía más de 300 metros de eslora y era un transatlántico tan lujoso que se referían a él como ‘el barco de las luces’.

Así entonces, la estructura del edificio situado al nivel de la playa, a la altura de la calle Roca y la costa, en Playa Grande, recrea las formas de un navío que cuenta incluso, con una zona que asemeja un puente de mando.

La alta sociedad argentina que había adoptado a Mar del Plata como su sitio de veraneo preferido, estaba conformada en su mayoría por inmigrantes europeos que fueron los responsables de imprimir el estilo normando en muchos de los palacios e importantes residencias de la ciudad.

Significativamente, el edificio y el barco compartieron un triste destino tras estallar la Segunda Guerra Mundial. El buque quedó moribundo y volcado de lado en el mar tras sufrir un incendio que lo inutilizó y en el final del siglo pasado, el edificio aunque con título de patrimonio histórico, también quedó abandonado sobre la costa como una enorme osamenta olvidada por casi 60 años con riesgo de derrumbe, transformado en monumento a la desidia.

En 2007 un grupo empresarial marplatense rescató del óxido y el abandono a esta verdadera joya de la Belle Epoque emprendiendo una titánica tarea de recuperación. Reabrió sus puertas como complejo cultural y gastronómico, donde funcionan restaurantes, galerías de arte, un salón para 800 personas y algunas de las terrazas más cercanas al mar que se pueden disfrutar en la ciudad.

Nostalgia y modernidad y un estilo racionalista que consagró al edificio como un verdadero ícono marplatense.

Tomar un café o cenar, con la mirada puesta en el mar en lo que asemeja el puente de mando de un elegante buque, es una experiencia que no debes dejar pasar si visitas Mar del Plata.